El experto constitucionalista fue claro al señalar que en toda constitución hay ausencias deliberadas y acuerdos tácitos que impresos no sobrevivirían un solo día, e insistió en que lo cierto es que, por unas u otras razones, a la España del Siglo XXI no parece satisfacerle el modelo territorial de 1978
A Coruña, jueves, 23 de enero de 2020.- La Constitución española y su futuro, a examen bajo la lupa de un experto. El ex Ministro de Justicia y catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de A Coruña, Francisco Caamaño, analizó esta tarde en la sede de la Real Academia Gallega de Jurisprudencia y Legislación el presente de la Carta Magna, en una conferencia titulada “Silencios constitucionales y ordenación territorial”.
En su intervención, Caamaño Domínguez argumentó sobre la conveniencia de que España se dote de una constitución federal, rebatiendo la posición de quienes, para negar la conveniencia de ese cambio, sostienen que, de facto, ya la tiene. El catedrático de Derecho Constitucional de la UdC fue desgranando las respuestas a varias y esenciales cuestiones: ¿Fue una buena idea dejar abierto el diseño territorial de España?, ¿Por qué se cuestionan hoy los elementos estructurales de aquel diseño constitucional -bilateralidad, hechos diferenciales, reparto competencial- y, paradójicamente, quienes formulan esas críticas se hacen llamar constitucionalistas?, ¿En qué se parece ‘su’ constitución al texto aprobado en el año 1978?, ¿Desarrollo equivocado o involución constitucional?, ¿Es un problema de diseño o un problema de ejecución? Lo cierto, insistió y explicitó Francisco Caamaño, “es que por unas u otras razones a la España del Siglo XXI no parece satisfacerle el modelo territorial de 1978”.
Los pactos de silencio, claves en la formación de consensos básicos
Toda constitución, explicó Caamaño Domínguez, aspira a ser la ordenación jurídica de un proyecto político de convivencia. “En los procesos constituyentes tan importante es lo que se expresa por escrito como aquello que se silencia: lo que se incluye, como lo que deliberadamente se excluye”. Para este experto, la clásica distinción de Bryce entre constituciones escritas y no escritas peca de ingenua. “En toda constitución hay ausencias deliberadas y acuerdos tácitos que impresos no sobrevivirían un solo día; La ‘libertad negativa’, los pactos de silencio desempeñan un papel destacado en la formación de consensos básicos”, añadió.
Articular la igualdad común y gestionar, al tiempo, la diferencia
A nadie se le oculta, argumentó Caamaño, que cuando el proceso constituyente comprende comunidades de base territorial con una población que participa mayoritariamente de una identidad colectiva propia y diferenciada, “una de esas cuestiones -acaso, la cuestión por excelencia- es la relativa a cómo articular la igualdad común, presupuesto de todo estado, gestionando, al tiempo, la diferencia”.
Para este catedrático, es una falacia sostener que la nación precede al estado. “Más bien ha sido el largo proceso de construcción del estado (la delimitación de fronteras, la formación de un ejército, la ordenación del territorio, la creación de una hacienda pública, la unificación de mercados y la supresión de barreras arancelarias internas, el establecimiento de una moneda…) y la progresiva incorporación de símbolos (el himno, la bandera, los mitos…) y tareas al espacio público (la educación, en tanto que formación en valores compartidos, el reconocimiento de derechos de ciudadanía, la existencia de una representación política común…) los elementos que han generado un sentimiento de adhesión al proyecto compartido”. El proceso de articulación del estado liberal se dobla con el proceso de construcción nacional: no es la Nación la que segrega un Estado propio, sino el Estado el que conforma su Nación, indicó.
Para el ex Ministro de Justicia, en ese lento y dispar proceso hubo estados con una capacidad nacionalizadora mayor que la de otros, bien por la eficacia transformadora de sus políticas públicas (Francia sería el principal ejemplo), bien porque habilitaron fórmulas constitucionales que, acomodando en origen la diferencia, habilitaron sinergias en favor del proyecto común, como es el caso de las grandes federaciones territoriales (EEUU, Brasil, Argentina, Australia…). Junto a ellos, añadió Caamaño, hubo otros, muchos menos, en los que ese proceso de conformación fue, por distintas causas, débil e incompleto. Es el caso de Reino Unido, Bélgica, Canadá y es el de España, “hasta el punto de que, con el paso del tiempo, la condición democrática de tales estados se ha hecho depender del obligado reconocimiento interno de una pluralidad indentitaria territorialmente asentada”.
La charla forma parte del ciclo de conferencias programado por la RAGJYL en colaboración con ABANCA y el Ilustre Colegio Provincial de Abogados de A Coruña.